sábado, 4 de agosto de 2007

papasote

Juan Carlos Toja, campeón con la Selección Colombia Sub 20, también es ídolo entre las mujeresEste futbolista se convirtió en noticia por ser un guerrero en la cancha y desde entonces la fama le ha llegado, aunque prefiere jugar a figurar.¡Hey! Te pareces a Jim Morrison. Una melena rebelde le tapa la cara de futbolista argentino. Hay que mirarlo fijamente para comprobar que lo primero no es tanto, que eso de la reencarnación es puro cuento y que los fanáticos del líder de The Doors pueden seguir insultándolo en su tumba parisina del Pere Lachaise. Aquí la euforia no corre por cuenta de unos pantalones de cuero negro y un dedo juguetón en la bragueta de un roquero sino por unas piernas que bailan, pero seducidas por un balón.Un viejo afiche del grupo, doblado y desdoblado cientos de veces, mira silencioso a Juan Carlos Toja desde la pared de su cuarto. Come on baby, light my fire! parece gritarle Jim cada mañana para animarlo antes de salir a entrenar con el Santa Fe. Juan Carlos solo se acomoda los pantalones, mejor dicho se los baja y deja a la vista los calzoncillos, se alborota el pelo, se pone sus gafas oscuras de roquero ‘ochentero’ como para camuflarse por fuera de la cancha. Y acelera su camioneta azul.Ritmo de futbolista: entrenar, jugar, entrenar. Atrás deja otros afiches de música electrónica, que vigilan su consola de mezclas que hace días no manipula. Es un cuarto de ‘pelao’ de 19 años al que se le nota la mano de mamá, con fotos y un ícono infantil relleno que se niega a morir a punta de remiendos: Donatello, la tortuga ninja. El fútbol no es el rey allí, lo poco que indica que aquí duerme un volante cardenal es otro muñeco, Footix, la mascota de Francia 98, un balón de microfútbol y unas camisetas del Peñarol, de Uruguay; Liverpool, de Inglaterra, y la Selección Argentina.Solo apariencia, porque Juan Carlos “empezó a caminar por ir detrás del balón”, recuerda Marta Vega, su mamá y, según él, una amiga en la que puede confiar. Afuera del cuarto estuvo su primera cancha, por donde el esférico volaba hacia porterías que se convertían en ventanas y espejos. “Rompía también los tenis y la ropa”, cuenta él, pero más vale una pasión que unos zapatos y nadie contabilizó esto.Lógico, sus dos abuelos fueron futbolistas: Juan Carlos Toja jugó en el Nacional y en el Cúcuta, y Víctor Vega, en Millonarios y Santa Fe. Aunque esto tampoco fue presión para que se desatara su fiebre por el fútbol. En el José Joaquín Casas, su colegio, fue igual y las clases eran lo único que lo alejaba de las canchas.Generación ‘giajoe’Bueno, la música estuvo por ahí con sonidos marciales. Juan Carlos dejaba quietas las piernas para ejercitar sus manos en la banda de guerra, primero, con los platillos y luego llegó a ser jefe de granaderas (tambores). Una práctica con mucho entrenamiento y con la que se enfrentó a otros ‘equipos’ de guerra.“Pero siempre le inculqué el estudio”, dice doña Marta, por ese temor a que se inclinara por una carrera que no deja de ser ingrata. “Aunque solo dijo que quería ser futbolista cuando terminó el colegio”, agrega. Juan Carlos ya estaba en las divisiones inferiores del Santa Fe, adonde entró ayudado por Lucas Jaramillo. Era como el fin de su primera etapa de futbolista, la del estudiante al que le iba bien sin ser ‘nerdo’, a veces inquieto, una que otra trompada escolar, nada diferente a la rumba normal, a la música (salsa, rock, electrónica). Por supuesto, todo con amigos apasionados de la generación de Supercampeones, Los caballeros del zodíaco, Giajoe y, claro, Las tortugas ninja. Y un ídolo: ‘El Pibe’ Valderrama. “Ser futbolista lo veía en ese tiempo como un sueño”, afirma Juan Carlos.Popularidad en ascensoAlgo que hubiera querido construir con su hermano menor, Sebastián, su compañero de juegos. Pero un accidente en una piscina le causó una lesión cerebral cuando tenía 4 años, que lo dejó hasta los 13 como vegetal. “Fue duro, era el hermano para compartir muchas cosas, no nos disfrutamos”, dice, pero también habla de la fortaleza que esto le dio para “sacar a mi mamá adelante”. Por eso también decidió combinar juego y estudio e hizo un semestre de mercadeo y publicidad en el Politécnico. Y aclara: “la carrera solo está aplazada”. No es fácil, viajes, entrenamientos y concentraciones no dejan tiempo, aunque lleva dos años y medio con su novia. Y tampoco es fácil si se convierte en ídolo de mujeres con una popularidad en ascenso después del título del Campeonato Suramericano Sub 20. Pero él solo dice “es carreta, no levanto tanto”. ¿No? “Es bacano que me admiren, pero por lo que hago”.¿Y de fútbol? Todavía lo emociona el 1-1 de Colombia-Alemania en Italia 90 con el pase magistral de ‘El Pibe’ a Rincón, “la época más linda, con Leonel Álvarez, Jorge Bermúdez y el ‘Tino’”, dice. Pero salen otros admirados como Pelé, la gran figura, Maradona, Francescoli y los de ahora: Ronaldo, Zidane, Henry y Nedved. Los equipos: Boca y le ha cogido cariño al Bayern Munich y “si cualquiera me llamara, me iría feliz”, afirma, y lo del contrato con el River nunca se concretó. El Milán, otro sueño.Pero Juan Carlos es hoy de Santa Fe y lo pone a pensar la responsabilidad que le dejó ganar en el Eje Cafetero. “Quieren que uno juegue igual o mejor. Pero está bien, se vuelven metas”, opina. Mientras tanto, seguirá entre esa pasión que no sabe explicar y que lo deja conocer a cada uno de sus compañeros. Vuelve y se acomoda el pelo y se pone las gafas. ¡Hey! No te preocupes, juegas fútbol, te dicen papacito y hasta te pareces a Jim Morrison.

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